El talento oculto del rock: Bandas emergentes que nunca llegaron a la cima.

En cierta ocasión, leyendo una entrevista realizada por la revista Rolling Stone al actor Sylvester Stallone, me llamó la atención un comentario que hizo (en los 90’s, época en la que se dedicó a pintar cuadros). Stallone afirmaba que a los mejores artistas del mundo nunca los conoceríamos, argumentando que, por falta de representación, exposición de su obra o simplemente por temor o timidez, su trabajo permanecería desconocido.

A raíz de esto, les contaré una anécdota de principios de los 90’s sobre un amigo que se dedicaba a vender CD’s y cassettes en el tianguis del Chopo y en otros lugares concurridos (recuerdo uno debajo de un puente en la avenida Ticomán, cerca del metro Indios Verdes). Él ofrecía CDs de bandas desconocidas de hard rock y heavy metal, principalmente demos que traía de San Diego, California. Estos demos nunca salieron a la luz bajo un sello discográfico. Eran bandas originarias principalmente de la escena californiana de aquella época. Algunos nombres que recuerdo son: Cadillac, T-Rex (no el grupo de Marc Bolan), Razors Edge, Bruhja, Squeezee, Ugly Boy Floyd, entre otros.
Al tener ya una colección saturada de CD’s de grupos de hard rock y heavy metal de la escena comercial, me llamó la atención ese material, y me volví un consumidor asiduo de aquellos discos. A pesar de lo limitado de la producción de esas maquetas o demos musicales, el nivel de ejecución instrumental de esas bandas era sorprendente. En aquella época, la tecnología no estaba tan avanzada como para conseguir una buena producción musical fuera de un estudio profesional; sin embargo, la calidad del sonido era aceptable.
Aquí es donde surge una pregunta imprescindible: ¿Por qué no pasó nada con estas bandas? Una respuesta recurrente es la falta de regularidad en su trabajo, una voluntad inquebrantable de creer en sí mismos, y, por supuesto, la falta de exposición masiva de su obra. Aunque llegó un momento en el que hubo una sobreexposición del género, al punto de parecer una copia tras otra entre las bandas de hard rock y heavy metal, lo que diferenciaba a unas de otras eran las letras, la composición, la ejecución musical y la imagen visual del grupo. Esta combinación era difícil de encontrar en el gusto de los productores y sellos discográficos de renombre. No bastaba solo con el ímpetu de aspirar a ser una estrella de rock; también se requería una ejecución técnica sobresaliente. Un referente que puede consultarse al respecto es el documental The Metal Years, de The Decline of Western Civilization, donde se exponen entrevistas con aspirantes a rockstars, su visión del medio, y la opinión de bandas consolidadas sobre los fans del género y las bandas emergentes de la época.

Cabe señalar que la mayoría de los músicos de las bandas de rock no saben leer música; son líricos, salvo contadas excepciones. Esto, de alguna manera, se convierte en una limitante al momento de componer, aunque no ha sido un obstáculo para llegar al estrellato y ganarse el favor del público.
Es importante reconocer que, como en todo en la vida, siempre habrá cosas de calidad y otras no tanto. Sin embargo, el público del rock and roll (aunque no lo parezca) es muy selecto y sabe distinguir entre una copia, un material bueno, regular o malo. En este caso, es triste ver cómo tanto talento se desperdició o no se tomó en cuenta, a veces por azares del destino, otras por falta de continuidad, y otras más desafortunadas por el consumo de alcohol y drogas, un aspecto recurrente en el ambiente del rock.
Es importante mencionar que aquellas bandas anónimas no tenían nada que envidiar a otras bandas de la época como Def Leppard, Guns N’ Roses, Mötley Crüe o Poison; sin embargo, nunca alcanzaron el estrellato.
Carlos Rivera Martínez.