La emoción del primer concierto no se olvida.

Para quienes conocíamos a nuestros héroes del rock solo por medio de la radio, los discos y los videos, poder ir a un concierto de una banda extranjera resultaba verdaderamente difícil, (si es que no contabas con recursos para ver a tu artista o banda favorita fuera de México), en este sentido me remontaré a los años 60’s para contextualizar la escena del género en una época en que el Rock en México era considerado como una perturbación a la paz pública, así como un insulto a las buenas costumbres.
Desde mediados de los años sesenta, el gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, nunca buscó establecer una comunicación con la juventud, denostando de forma sistémica a los movimientos sociales, mismos que sé demeritaban en los medios de comunicación.

Bajo este contexto, la represión social se encontraba en un punto máximo de efervescencia. En la capital, la mano dura del entonces regente, Ernesto P. Uruchurtu, acentuó la represión, para ese momento el rock, significaba un elemento de incitación a la rebelión; su plan de acción era oponerse tajantemente a cualquier manifestación, cultural y musical, que no fuera acreditada por el Estado.
El punto de inflexión lo marcó el festival de Avándaro de 1971, en donde después de su realización se desató una feroz campaña oficialista y de medios de comunicación a fines, (casi todos) al Estado, condenando dicho evento y cancelando de manera indefinida los eventos relacionados con el género. Posteriormente, el presidente Luis Echeverría disolvió cualquier intento de reunión en torno a espectáculos de rock, y así México tuvo que ver de lejos la época dorada del Rock.
Cabe señalar que incluso algunos locutores de radio fueron suspendidos, así como las estaciones de radio censuradas, Justino Compeán (el mismo que años después fue presidente de la Federación Mexicana de Futbol), tuvo que abandonar el país, ya que él fue uno de los principales organizadores del festival de Avándaro.

Lo anterior generó un veto que duró casi 15 años, con una esporádica presentación del grupo Queen en Puebla en 1981. Ya para 1985 comenzó poco a poco a levantarse dicho veto, sobre todo gracias a la campaña Rock en tu idioma, sin embargo, las grandes bandas de rock internacional, no hacían parada en México.
Dicho lo anterior, y ubicándonos ya en los 90’s, se dio una apertura total a las grandes bandas y artistas para tocar en México, así artistas de la talla de Rod Stewart, Elton John, Paul McCartney, tocaban territorio Azteca, desde luego eran conciertos que atraían el interés de miles de fans, para posteriormente dar entrada a bandas de Hard Rock y Heavy metal de manera regular.
El primer concierto al que tuve la fortuna de asistir (y de gorra) fue al de Guns and Roses en abril de 1992, en el Palacio de los Deportes. Un amigo de la Facultad donde estudiábamos, trabajaba en la empresa de seguridad del evento denominada “Grupo Lobo” identificada con el borde de la silueta de un lobo en color rojo sobre sus chaquetas negras, (todavía no operaba la empresa OCESA en los conciertos en México).
Así lo único que tuve que hacer fue ponerme una chaqueta que me prestó mi amigo, y fue como si se abrieran las puertas del cielo, recuerdo entrar por una puerta especial en donde se podía ver de perfil el escenario, en el extremo opuesto se encontraban los camerinos, pensar que estaba a unos metros de la que entonces era la banda más grande de rock sobre el Planeta, era como la emoción de una mañana del 25 de diciembre cuando tienes 5 años de edad, para ese entonces no existían los teléfonos celulares y solo la prensa acreditada tenía permiso para tomar fotos. Recuerdo que llegamos cerca de las 2 de la tarde y el soundcheck de la banda se realizaba a las 4 de la tarde, por el equipo de seguridad que custodiaba a la banda (aun estando vació el recinto), solo pude ver a unos metros a Matt Sorum, baterista de la banda y al mítico Slash rumbo al escenario, recuerdo el set del ensayo, 4 fragmentos de rolas del disco Appetite for Destruction, (Night train, Sweet Child of Mine, Paradise City, y My Michelle).

Me sentía el más afortunado sobre la tierra, a mi amigo como que le valía gorro, se acercaba la hora del concierto y nos asignaron los torniquetes de entrada de la parte VIP, y ahí los tacos de ojo fueron tan buenos como las rolas del concierto, realmente iba mucha niña fresa, no era barato acceder a boletos cerca del escenario, y a decir verdad no parecía que se tratara de un concierto de Guns, se me figuro por el personal que pasaba por esas puertas, como si fuera a tocar Luis Miguel algo así, es decir no eran los clásicos roqueros que te puedes encontrar un sábado en el tianguis del Chopo, yo creo era propio del área VIP, en fin cuando comenzó el concierto, tire la chaqueta a la basura y me colé entre la multitud.
Fue una de mis mejores experiencias, aunque para entonces ya los Guns venían sin su alineación original, de aquella solo 3 integrantes se conservaban, Axl Rose, Slash, y Duff Mckagan, por su parte Steven Adler e Izzy Stradlin habían abandonado la banda, el primero por consumo de drogas, el segundo por diferencias con el líder vocalista Axl Rose.
Autor: Carlos Rivera Martínez.